Un día alguien soñó un huerto,
pero no soñó un huerto cualquiera, soñó un huerto comunitario, hecho por personas
anónimas, vecinos que en su ir y venir se habían visto muchas veces por el
barrio, pero que nunca se habían parado a pensar que podían construir algo
juntos. Cuando despertó, pensó que quizás podía llegar a verlo
con sus propios ojos. Por eso una soleada tarde de mayo, nos convocó a todos en
un descampado cercano del barrio. Y por allí aparecimos una veintena de vecinos. También vinieron de otros barrios personas, experimentadas en esto de
montar sueños colectivos, a ayudarnos a montar el nuestro.
Con las
experiencias de unos y las ganas del resto, aquella tarde imaginamos que en aquel
descampado semiabandonado, donde a duras penas sobreviven unos pocos pinos
pequeños y resecos en su soledad, donde
la basura y los cristales rotos son los únicos frutos de una desdichada siembra,
podíamos plantar nuestras ilusiones y transformar ese espacio en algo
compartido y construido por todos.
Y nos
pusimos a trabajar sin saber muy bien hacia dónde nos llevará esta aventura, pero convencidos
de que en el camino que hemos emprendido encontraremos personas a las que
merecerá la pena conocer y con las que compartir este espacio que alguien soñó un
día, y que hoy, aquí, compartimos contigo. ¿Te apuntas?
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