Y allí estuvimos toda la mañana hasta bien entrado el medio día, caminando durante horas lo que yo solía recorrer en un par de minutos con la bici y descubriendo rincones escondidos de la Casa de Campo donde sólamente llegan los valientes que se atreven a pararse en el camino y admirar la belleza de lo natural.
Y allí estuvimos, Carlos soltando nombres imposibles en un latín muy aluchero, Juampe anotándolos en su cuaderno de campo biológico,y Néstor inmortalizándolos con su cámara atrapa plantas; Sergio, el Benjamin, nos abría paso con su monopatín campestre y Moe se encaramaba en lo alto de un castillo que acaba conquistar; Israel y yo manteníamos una encarnizada batalla lanzándonos darditos de espigas letales y Tamiko se debatía consigo misma para no repetir los nombres obscenos que nos enseñaba Carlos. Porque sí amigos, si una cosa sacamos en claro de esta magnífica excursión campestre, es que la Casa de Campo esta llena de pollitas acuáticas y chochines voladores, pero para verlos os tendréis que apuntar a la próxima excursión porque esta, lamentablemente, ya pasó.
Podéis ver más imágenes de la excursión aquí, aquí y aquí
Ha sido un paseo muy bonito con tantos descubrimientos y divertido por los acompañantes. Hay que repetir otra vez antes de que sea demasiado caluroso aunque dentro de casa de campo la temperatura es más agradable bajo los arboles. Y qué sorpresa de los cantos de pájaros! No sabía que estabamos rodeados con tantos pájaros y aves distintos. Gracias, Carlos! -Tamiko
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